Daniel Moyano

El duende

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Daniel Moyano

Hace ya un tiempo leí el libro “Qué es arte” de Arthur C Danto (Paidós) y tenía varios apuntes sobre él para revisar y tirar del hilo. Y casualmente resulta que alguna de las ideas que más me atrae del libro tiene bastante que ver con el anterior post (y, por tanto, con el inicio del hilo en el blog de José Ramón Hernández).
Hablábamos de lo feo… y encuentro en una de mis notas:

el descubrimiento filosófico de Duchamp fue que el arte podía darse, y que su importancia no tenía nada que ver con ninguna distinción estética.

O, dicho de otro modo, que no es necesario que algo sea bonito para que sea arte. Esto es muy interesante porque la inmensa mayoría no presta atención a aquello que no le resulta atractivo. Pero, como dijo antes Hegel,  «el gusto alude sólo a la superficie externa en la que los sentimientos aún juegan un papel determinado». Nos recuerda Danto que una pintura puede ser bella por lo que al gusto se refiere, pero imperfecta al carecer de espíritu.

¡Nos vamos acercando! ¿Resulta que para que haya arte, para que se dé esa conexión entre artista y espectador, no es necesario que haya belleza? Bueno… creo que hace falta puntualizar algún aspecto sobre la belleza. Tendemos a emplear la palabra belleza en un sentido puramente estético, cuando en realidad es algo mucho más profundo. En mi opinión la belleza es una cualidad de plenitud, independientemente de las cualidades estéticas del hecho. Por eso una obra de arte fea, una historia dolorosa, puede removernos y hacernos conectar con la idea que el autor tenía en el momento de la creación.

Otra palabra interesante: la idea. Porque no puede haber arte sin idea. Porque como nos explica Danto,

[Kant] sugiere que el arte es cognitivo, ya que se nos presenta con ideas, y que el genio tiene la capacidad de encontrar arreglos sensoriales a través del cual estas ideas se transmiten a la mente del espectador.

Y ahora sí: “el genio”. El espíritu. El duende. La magia.
En palabras de Goya: “El espíritu en el arte, la presencia de un genio, eso es lo que es realmente importante.” 

Ese duende, ese espíritu, ese genio, es quien realiza la magia. La comunicación de la idea a través de los sentidos, independientemente de si la obra es bonita o fea.

Porque, claro está, si esa magia existe, ahí hay Arte, ahí hay Belleza.
Belleza es Verdad. Es comunión.

Es ver la idea sin la idea.

Y da igual si el objeto es feo. La belleza está en el interior, sí: en el interior de quien observa.

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